Para que el resultado sea más cremoso, es recomendable pelar los tomates. Una forma de facilitar esta tarea es sumergirlos en agua hirviendo durante 30 segundos, después hacemos un corte en forma de cruz en la base e introducimos en agua con hielo. De esta forma la piel se desprenderá sin esfuerzo.
Una vez tengamos los tomates pelados, los cortamos a trozos e introducimos en un vaso de batidora o cazuela, junto con el pan troceado y la sal.
Dejamos que el pan se ablande un poco, mientras añadimos el ajo pelado y una cucharada del aceite. Batimos durante al menos 3 minutos, hasta que no queden trozos. Añadimos el resto del aceite poco a poco mientras seguimos batiendo y rectificamos de sal.
Sírvelo directamente de la nevera y con una guarnición de jamón serrano y huevo duro en taquitos y un chorrito de aceite de oliva virgen extra para decorar.
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